domingo, 29 de mayo de 2011

El comienzo del final primer capitulo

El comienzo del final

Mis padres, ellos son los verdaderos creadores de esta historia. Quiero darles el crédito que se merecen, pues este relato no hubiese existido de no ser por esos dos maravillosos ángeles que me dieron la vida. A veces los recuerdo y la nostalgia no tarda en penetrar mi alma, creo que eso nos pasa a todos los que hemos perdido a nuestros padres. Estamos resignados a no verlos más y  eso nos abre un agujero negro en el espíritu que en la vida terrenal es muy difícil de curar y la tapicería de la felicidad a veces es muy lenta y siempre deja espacios que solo podemos rellenar con sentimientos de dolor y anhelo por aquello que ya no está. Las cosas en esta vida son muy fugases y la felicidad es una de las cosas más volubles del universo, a veces no distingo entre la alegría y la tristeza pienso que las dos son la misma cosa siempre me preguntan ¿Por qué? y les respondo con una metáfora muy fácil de entender, les digo que la alegría y la tristeza  son como el día y la noche. Son inconstantes, cuando uno se va, el otro vuelve pero también les cuento un secreto que tal vez es la parte emocionante de toda la metáfora y la considero como una moraleja no escondida; las tristezas y las alegrías al igual que la luna y el sol jamás desaparecen solo dejamos de percibirlas por un lapso de tiempo; tiempo que nos da valor para afrontar nuevas tristezas y crear nuevas alegrías.
Disculpe si aún no comienzo con la historia que quiero contar, pero es que el recuerdo de mis padres me remueve sentimientos, que si se quedan en mi  espíritu pueden convertirse en dolores que jamás podre olvidar. Por eso quise desahogarme, sentí que se  me asomaba una lágrima y aquí me han prohibido llorar. Gracias a aquel hombre todavía puedo pensar y hundirme en la tristeza de recordar las cosas que pudieron ser; esa es la des virtud del hombre:  pensar en las cosas que nunca realizó ¿pero a quien se puede mentir? si todos saben que siempre queda algo por hacer así que ¿quién no ha recordado algo que no hizo? Imagino que deben ser los pensamientos de los futuros difuntos que abrigan las esperanza de vivir  aun sintiendo el dolor ñacido de la muerte.
Acá donde me resguardo, siempre llueve y los días parecen infinitos. A veces no duermo pensando en que alguien puede matar mis sueños mientras duermo y creo que privarme de la única forma que tiene el hombre  de desahogar su dolor ya es suficiente como para que también quieran dejarme sin las visiones del futuro, sin la realidad más poderosa  que puede existir en el espíritu del hombre; lo que impulsa al ser a moverse y respirar, más que el aire, más que la vida misma.  Los sueños  son la razón y el motivo de todo.
Ya que mencione los sueños y propuse el tema de las cosas que no se cumplen quiero contarles un deseo de mi espíritu que jamás pudo hacerse realidad. Ese deseo, ese sueño, es la segunda razón de esta historia y también es el imposible más bello que jamás ocurrió.
Recuerdo la estadía dentro de mi madre, era el aposento más seguro en el que pude estar alguna vez; jamás me sentí tan feliz estando encerrado. Recuerdo también que había una energía especial que me envolvía, en ese momento no sabía que era pero ahora comprendo que aquella energía que me alimentaba era el amor de mi madre. Más que el alimento era aquella extraña sensación la que me mantenía vivo; fue la única vez en la que sentí que alguien me necesitaba, que alguien esperaba verme para abrazarme las cosas iban bien allí dentro. Recuerdo los conciertos nocturnos de papá que empezaban por  el piano y terminaban en una guitarra llorando melodías felices, que alegres aquellos meses. Mamá me enseñaba las palabras con tanto amor que aunque no podía hablar, dentro de su ser repetía las palabras   de modo que ella entendiera que me las estaba aprendiendo. Supe de napoleón antes de ir a la escuela por la lectura de las tardes que terminaban  dejando a mi madre cabeceando en una mecedora; ¡que días aquellos!
La verdad es que no imaginaba que alguna vez saldría de aquel lugar, imaginaba yo, que esa era la vida  “las tonterías que piensa uno cuando no tiene idea de cómo son las cosas” y por desgracia un día vi la luz del mundo, nací en un hospital público.     Un lugar en donde pareciera que la lastima era la constructora de toda la estructura; parecía también que esa lástima que  irradiaban las paredes  del edificio penetrara en los huesos de los seres que pasaban su tiempo ahí. A veces me parecía que la gente que entraba y los que ya estaban allí se habían derrumbado faltos de esperanza, como si  necesitaran un lugar donde morir y ese era el lugar que necesitaban, se sentían satisfechos de estarse muriendo en una cama en donde quizás habían muerto muchas otras personas. Me lamentaba de haber abierto los ojos, percibí que algo andaba mal en la vida y quise volver a donde había estado; quería sentir de nuevo esa seguridad, pero mis ideas se vieron frustradas cuando escuche a mi padre hablar con el doctor. Tenía lagrimas en los ojos y presentí que quería gritar; tuve miedo de que se ahogara con lo que reprimía dentro de su ser. Mi padre salió corriendo del cuarto donde estábamos y observe como sus lagrimas caían hacia atrás empujadas por el viento  quise sostenerlas para devolvérselas cuando pudiera estar cerca de él pero me di cuenta de que  estaba envuelto en una especie de estructura trasparente que engañaba a mi ser haciéndole creer que era libre. ¡Lo siento papá, no pude sostener tus lagrimas, aun estaba encerrado!   Estuve dos horas pensando, tratando de entender lo que pasaba pero creo que mi inteligencia aún no tenía la capacidad de elaborar hipótesis tan profundas, decidí dejarlo porque sabía que tarde o temprano  me enteraría de lo que pasaba. Así fue, dos horas después mi padre asomo su rostro en aquella capsula trasparente en la que me encontraba metido, su inocencia lo hizo pensar que no entendería nada de lo que dijera y entonces su boca pronunció palabras  que jamás olvidare, pues es una de las causas más grandes por la cual viví como viví. ¿Por qué nos abandonó tu madre? ¿Por qué se ha muerto lo que más amo? No entendí el concepto de la muerte claramente, pensé que mi madre se había ido a otro lugar y el la extrañaba. De todos modos el tiempo me haría comprender que significaba aquello y a donde había ido mi madre. En este momento pienso fué el principio de mi vida y el final de la suya.
Les puede parecer un poco extraño, pero la verdad es que quería crecer, quería comprenderlo todo, saber que era la vida, ya que el concepto que había estructurado mi mente había cambiado en muy poco tiempo; ésta fué una de las veces en las que el cambio me hizo cambiar, pues ahora entendía por lo menos que la vida no era tal y como me la imaginaba. Las ideas empezaban a confundirse en mi cerebro pero aun así el ansia de conocer, me daba fuerzas para no pensar en que podía volverme loco intentando descifrar las respuestas de aquellos dos secretos  tan enormes: la vida y la muerte.
Mi vida vuelve a verse aprisionada durante un lapso de tiempo que a mí, me pareció indefinido, porque no estaba yo familiarizado con la situación del tiempo. Aunque conocía ya las palabras por medio de las lecturas que mi madre me hacía, solo tenía un concepto distorsionado de lo que era todo aquello que sabía. Tenía que crecer, sabía que la única forma de entender todo aquello era crecer, quería que mis pensamientos pudieran volverse impulsos eléctricos que mi cerebro transformara en palabras para poder comunicarme con mi padre, para preguntar qué diablos le había pasado a mi madre y como se llamaba aquel sentimiento que lo había hecho reaccionar de aquella manera; por lo menos ya entendía que los sentimientos, esas cosas extrañas que recorren el cuerpo son las culpables de nuestras decisionesy nuestras acciones y eran la base de la vida humana.
Mi padre, lo único que me acompañaba en aquella habitación pasó la noche entera llorando, ni siquiera el dolor lo pudo vencerlo para dormirlo  y que su alma descansara por lo menos hasta que saliera el sol. Las cosas no parecían haber mejorado, todo estaba cada vez más confuso y mientras me hundía hasta el cuello en aquella desesperación de no entender, cumplí mi primer año de vida. Aquella noche me pareció tan normal, todos reían, bailaban, se daban abrazos y se acercaban a saludarme. Eso era para mí la imagen clara y perfecta de lo que era la alegría, sabía que así debíamos de estar siempre durante la estadía en este lugar.
Mientras intentaba dormir, dando vueltas en mi cama sentí que  mi  espíritu se separaba de mi cuerpo  y caía a un lugar muy oscuro, tuve miedo e intente pedir ayuda, pero nadie contesto solo sentí  que de pronto alguien me sostuvo y  una luz tenebrosa ilumino  aquel lugar, aquella nada en la que había caído. Voltee  la cara  intentando ver el rostro de aquel que detuvo mi caída, lo primero que observe fueron sus ojos llenos de ira, eran como sentimientos perversos encapsulados dentro de aquella pequeña orbita malévola, era fuego su mirada y sentía que me estaba quemando el alma con ella, estar cerca de él quemaba mi piel, sentía que en cualquier momento mi rostro y todo mi cuerpo se desvanecerían. Intenté llorar pero no pude estaba como paralizado y hasta los líquidos de mi cuerpo se habían congelado, estaba indefenso ante aquella mirada perversa. Recuerdo que me dijo al oído dos palabras, que aunque no entendí me causaron una impresión terrible, aquellas palabras fueron: “dovana prakeikimas”.
 Sentí que  el mundo se me venía encima y una tormentosa visión  me arrastraba  al abismo de algún lugar en el que nunca había estado. El tiempo pasaba lentamente y  el primer pensamiento que paso por mi cabeza  , fué el de que había muerto, me parecía lógico. Pensé que tal vez mientras trataba de dormir o ya estando dormido había muerto y que me dirigía al lugar donde iban los espíritus. De pronto todo  volvió a la normalidad,  me encontraba en mi cama, con los ojos abiertos seguro de que estaba vivo y tan asustado que me reía para no llorar.  Es raro pensaran ustedes como un niño de tan corta edad puede vivir todo esto y aun así acordarse con tanta exactitud de cada detalle, bueno la respuesta es fácil. Cuando se vive  una experiencia así, créanme que ésta, es muy difícil de olvidar.
De pronto llegaron mas personas curiosas por lo que pasaba en este lugar. No era normal que se sentaran reunidos y que además mostraran tantoo interés en escuchar esta historia, pero aun así no hay que olvidar en el espantoso lugar  en que estábamos condenados a pasar toda la eternidad; y bueno, creo que después de una muy larga jornada de dolor y pena reunirse aquí era la única satisfacción que tenían.
 Volviendo a la historia luego de mi primer año, mi vida transcurrió algo normal, no era muy frecuente que las cosas estuvieran tan calmadas y aunque a veces veía cosas que nadie podía ver, aprendí a vivir con eso. No lo niego que muchas veces me asustaba por que venían de la nada y me miraban con pena y dolor; otras con rencor. Con algunos hice amistad  y me contaban lo que sufrían y por qué aún estaban aquí, de este lado del plano y mientras aprendía más y más sobre ese tema, investigaba y leía de libros que encontraba en casa escondidos y muy viejos.
Recuerdo que una de las historias que más me impacto fué la de un  hombre que había sido condenado a vagar una eternidad por el mundo, por consecuencia de haber jugado con lucifer. Me conto todo con exactitud, como había pasado, como fué capaz de engañar al mismísimo diablo; me explico que un día se encontraba con un problema de dinero, tenia su esposa y se morían de hambre, y ya que nadie los ayudaba se vió forzado a invocar a quien nadie se atreve. Me dijo que primero se detuvo el tiempo, -Experiencia que mas adelante viví muchísimas veces, al parecer- junto a él apareció lucifer diciéndole : “te daré todo lo que pides, todo lo que siempre haz deseado, solo te pediré que me des el alma de tu hijo varón”, y el sin pensarlo acepto y así fue. Tubo riquezas,  todo lo que alguna ves soñó, pero en la noche lo atormentaba el solo pensar que había condenado a su hijo; luego con el tiempo su esposa le dio una noticia: estaba embarazada, parecía un varón y el padre sin que la madre lo supiera le dio la orden al doctor de que la hiciera perder el bebe. Pensó que era lo mejor antes de condenarlo a una vida bajo el mando de lucifer y así fue el niño murió.
Años más tarde volvieron Y su esposa le volvió a dar la noticia de que se encontraba embarazada pero ahora de una niña, aquel hombre tubo dos hijas y creyó haber engañado al diablo y a la hora de morir Dios lo castigó y le dijo que no podría estar ni en el cielo, ni en el infierno sinó q viviría toda la eternidad en la tierra. Éste solo escuchó pero antes de marchar le pregunto a Dios: “padre, ¿allá en tu reino descansa mi hijo?” Dios le dijo que si; entonces el hombre sonrió y dijo “pagaré mi condena, aquí estaré por siempre”.
Así transcurrieron los años y estudié como cualquier otro niño, para no aburrirlos con eso, iré al momento que aun recuerdo claramente: Mi primer día en el colegio...

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